El papel de la arquitectura en el tema de los refugiados y migrantes latinoamericanos

Escrito por Camilla Ghisleni | Traducido por Mónica Arellano
Publicado el 04 de Septiembre, 2020

Juliana Coelho es arquitecta y urbanista con experiencia en el sector del desarrollo humanitario, público y privado. Durante los últimos tres años, ha estado trabajando en el sector con ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados. Durante este período, participó en la planificación, diseño e implementación de 21 albergues temporales, centros de tránsito y centros de recepción / documentación para refugiados y migrantes en Brasil, además de participar en la elaboración de un plan de contingencia y proyectos para mejorar ocupaciones espontáneas y espacios brindados brindando apoyo técnico a la Operación Acolhida, la respuesta del gobierno brasileño al flujo de refugiados y migrantes venezolanos a Brasil, que, en este año 2020, también incluyó acciones para responder al brote de COVID-19.

+ 7

Hablamos con Coelho para entender el papel del arquitecto y urbanista en los espacios para refugiados y migrantes en Brasil. La siguiente entrevista plantea los desafíos relacionados con la implementación de las unidades de vivienda temporal, desde su adecuación al contexto climático del país hasta las estrategias espaciales para enfrentar el COVID-19, abarcando temas como la despersonalización del concepto de hogar y la función social de arquitectura en ese proceso.

Lee la entrevista completa a continuación.

ArchDaily: ¿Cuál es el papel de los profesionales de arquitectura y urbanismo en los espacios para refugiados y migrantes de los que el ACNUR es responsable en Brasil?

Juliana Coelho: Un arquitecto y urbanista puede involucrarse en la gestión y coordinación de refugios temporales con una visión más holística y espacial; como planificación e implementación; así como en orientaciones más específicas centradas en cuestiones ambientales y eficiencia energética.

Yo trabajo en la respuesta de emergencia al flujo de refugiados y migrantes venezolanos en Brasil, también en la planificación e implementación de albergues temporales, centro de recepción y control, centros de tránsito y elaboración de planes de contingencia. Así como en desarrollar estrategias y adecuar espacios para atender a refugiados y migrantes y la comunidad de acogida, brindando apoyo técnico a las autoridades brasileñas en el país para temas relacionados con los albergues.

AD: La Unidad de Vivienda para Refugiados (RHU) es la estructura utilizada por ACNUR que se desarrolló en alianza con la empresa social Better Shelter y la Fundación Ikea, modelo importado, por tanto. Teniendo en cuenta esta situación, ¿hay margen para que los arquitectos locales diseñen cambios en esta estructura? ¿Has pensado en desarrollar otras posibilidades constructivas? Como, por ejemplo, las estructuras del campo de refugiados en Byumba, Ruanda, del arquitecto Shigeru Ban.

JC: Ciertamente. Las RHU son una alternativa a las respuestas de emergencia en el mundo, donde algunas operaciones terminan adaptándolas al contexto. En Brasil, ACNUR implementó, por primera vez, ventanas extra con materiales disponibles en el mercado local y con dimensiones mayores a las originales. El propósito era incrementar la circulación de aire cruzado, ya que el mayor número de URSS en Brasil se ubica en el norte del país, con altas temperaturas durante todo el año. Esta solución fue replicada en Colombia y está en proceso en Venezuela.

Todavía estamos buscando soluciones, actualmente ACNUR Brasil en asociación con la Cátedra Sérgio Vieira de Melo, CSVM y la Oficina Modelo de Arquitectura y Urbanismo / Departamento de Arquitectura y Urbanismo EMAU / DAU / PUC-Rio está realizando estudios sobre cómo mejorar el confort así como aumentar la vida útil de la unidad y reducir los impactos ambientales.

AD: ¿Cómo ustedes, como arquitectos, reconfiguran la casa como algo no fijo? ¿Existe un cuidado espacial en no permitir deliberadamente la permanencia en lo que fue diseñado para ser efímero?

JC: En el contexto de Brasil, hemos adoptado refugios temporales donde, de hecho, la estructura está diseñada y basada en estándares humanitarios. Las estructuras efímeras son parte de la primera respuesta en un contexto de emergencia en el que el mayor desafío es el tiempo disponible para planificar, movilizar e implementar estructuras dignas para atender la demanda de un flujo de refugio en situaciones de extrema vulnerabilidad. A modo de ejemplo, en Roraima durante la respuesta a la emergencia, en un período de 6 meses, se implementaron 10 refugios, los más grandes construidos absolutamente desde cero.

AD: Teniendo en cuenta esta dualidad, ¿cómo crees que la arquitectura puede contribuir a restaurar la dignidad de refugiados y migrantes?

JC: A través de proyectos que cumplan con los principios de protección, respeten la diversidad cultural y establezcan un diálogo con la población refugiada y migrante y con las comunidades de acogida.

AD: Hablando de actividades sociales, ¿hay espacios pensados para uso común en albergues temporales? Si es así, ¿estos lugares también reciben a la comunidad externa? ¿Cómo se establece esta relación con la ciudad?

JC: Definitivamente. Los espacios de uso común son fundamentales para el funcionamiento y gestión de las estructuras. En el contexto de Brasil, estos espacios están estructurados para la población protegida y la relación con la ciudad se da a través de espacios públicos de servicios y esparcimiento, previamente desarrollados para atender a la población local.

AD: Respecto a nuestra situación actual. ¿Qué ha cambiado con la pandemia de COVID-19 en ocupaciones espontáneas y refugios temporales? ¿Qué acciones se tomaron ante esto?

JC: Siguiendo los lineamientos de la OMS, los refugiados comenzaron a adoptar la distancia social en las áreas comunes, se instalaron estaciones de lavado en áreas específicas de refugiados, ocupaciones espontáneas y espacios asignados. También se intensificó la comunicación con la comunidad con información sobre higiene y medidas preventivas contra el coronavirus, de la misma forma se brindó orientación sobre el contexto de la pandemia dentro de la gama de espacios habitados, además de la definición de áreas temporales de distanciamiento dentro de cada refugio.

Como Roraima es el estado con mayor concentración de albergues en la Operación Bienvenida, en respuesta al coronavirus se construyó un área de aislamiento dividida en sospectous y casos confirmados, con una capacidad total de 1,000 personas, además de un hospital de 782 camas y un centro de detección.

AD: Recientemente escuché de un académico que “los campos de refugiados son las ciudades del futuro”. De hecho, es posible hacer una analogía sobre la creciente despersonalización de la casa en el mundo contemporáneo, un creciente nomadismo - instigado por innumerables razones, imperativas o no - que desembocan en este nuevo “concepto” de hogar. ¿Qué opinas de esta despersonalización del hogar, no solo en el tema de los refugiados, sino como índice de la vida contemporánea?

JC: Considerando que el número de personas en desplazamiento forzado ha aumentado exponencialmente en los últimos diez años, representado por ACNUR 86,5 millones de personas a fines de 2019, mientras que la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) representa 272 millones de migrantes internacionales y la realidad de inestabilidad, conflictos, crisis económicas y cambios climáticos en el mundo, creo que cuanto más podamos aplicar la enseñanza de Mies van der Rohe en el concepto de hogar “menos es más” estaremos en el camino con más posibilidades de éxito emocional y espacial.

Este artículo es parte del Tema del mes en ArchDaily: Cómo viviremos juntos. Cada mes exploramos un tema en profundidad a través de artículos, entrevistas, noticias y obras. Conoce más sobre nuestros temas aquí. Y como siempre, en ArchDaily valoramos las contribuciones de nuestros lectores. Si quieres postular un artículo o una obra, contáctanos.